How space can_, ideas que plantean formas de transformar la realidad espacial

Fernando Curiel

Hoy en día, hablar de arquitectura sin espacialidad resultaría un tanto ilógico, ya que buena parte de la bibliografía contemporánea, la crítica arquitectónica y en las escuelas de arquitectura se abunda y se reflexiona en torno al espacio arquitectónico. No obstante de lo anterior, es paradójico saber que el vínculo entre arquitectura y espacio no siempre ha existido. De hecho, entender la arquitectura como espacio es una invención moderna que data del siglo XIX (Pérez-Gómez, 2016, p. 108). Ya en el siglo XX, esta asociación entre espacio y arquitectura se afianza, principalmente a raíz de los textos canónicos que dieron validez a toda la colección de edificios y proyectos que historiadores como S. Giedion y B. Zevi denominaron como modernos (Forty, 2019, p.256). De esta forma, a partir de este momento, la disciplina se vio envuelta en una dinámica que ha ido redefiniendo ontológicamente el concepto del espacio moderno y sus implicaciones disciplinares, éticas, filosóficas, culturales, sociales y políticas.

Como prueba de lo anterior, es bien sabido cómo a finales de la Segunda Guerra Mundial, el discurso moderno de la arquitectura decayó para dar entrada a toda una gama de ciencias del saber, como fueron por ejemplo la semiótica y la lingüística, a partir de las cuales se conformó el aparato crítico que cuestionará el legado moderno y dar entrada a la etapa de la posmodernidad, como lo fueron los textos de Denise Scott Brown, Robert Venturi, Aldo Rossi, Colin Rowe, por mencionar algunos.

De igual forma, el concepto de lugar fue una forma de resistencia que aportó la crítica filosófica a la modernidad y a la tecnificación llevada a cabo por M. Heidegger.  Así, lejos de reducir, estandarizar o sintetizar el espacio hasta una abstracción, el arquitecto(a) partidaria de la noción del lugar entiende e incluye lo diverso, lo heterogéneo, lo plural, lo complejo y la memoria del sitio. De igual forma, la fenomenología heideggeriana y posteriormente la fenomenología encarnada de M. Merleau-Ponty, dieron paso a la crítica que se oponía a la noción espacial abstracta a través de historiadores como -por mencionar algunos- Christian Norberg-Schulz con su término Genious loci (Norberg-Schulz, 1996, p. 422) o K. Frampton con el concepto de regionalismo crítico. De igual forma, fue importante también la crítica de Alberto Pérez Gómez hacia la tecnificación e instrumentalización del espacio geométrico arquitectónico (Pérez-Gómez, p. 127) y, desde luego G. Bachellard con su noción de la poética espacial.

Desde el ámbito antropológico, Marc Augé fue quien aportó también a la crítica del espacio moderno con su término de los no-lugares (Augé, 1992, p. 83) o espacios de tránsito que son propios del capitalismo y que desde su perspectiva disuelven los rasgos de identidad de un lugar. Posteriormente, R. Koolhaas recuperó este término de Augé para definir junkspace, el cual supone el estilo global al que la arquitectura ha alcanzado; una especie de radicalización del no-lugar, que como en la ciudad genérica, es un lugar de sensaciones tenues y distendidas, de contadísimas emociones (Koolhaas, 2008 p. 15), en el que se aglomeran edificios como shopping malls, lugares de entretenimiento y barrios de prestigio delimitados, cuya arquitectura y diseño prepondera al capital por encima del espacio público (Üngür, 2011, p.8).

Por último, desde la disciplina de la sociología podemos mencionar a Henri Lefevre, quien a través de su texto La producción del espacio (1974), ha sido de los autores más agudos y críticos hacia el espacio abstracto moderno. Para el sociólogo, el espacio abstracto ha negado la sofisticación del espacio social, el cual se percibe, se experimenta y se piensa a través de la experiencia cotidiana y por conducto de las relaciones sociales. Según Lefebvre, esta ruptura que el espacio abstracto ha generado ha sido una forma en que los sistemas económicos capitalistas han alienado a los sujetos de la plenitud de su experiencia cotidiana. Así, lejos de experimentar el espacio desde la vivencia de sus rasgos y características locales, el sujeto vive el espacio a través de representaciones intelectuales alineadas a las disciplinas que nutren las prácticas capitalistas. De esta forma es como Lefebvre critica la práctica de la arquitectura y del urbanismo, ya que tan solo imitan o caricaturizan los discursos del poder a través de espacios abstractos limpios y diáfanos (Forty, p. 274).

Hoy en día, las reflexiones y la crítica hacia el espacio moderno continúan, ya que a pesar de que la crítica contemporánea ha puesto a la luz los estragos y afectaciones que la relación entre política-capitalismo-arquitectura ha generado desde la noción del espacio abstracto moderno, siguen persistiendo prácticas arquitectónicas y urbanísticas que carecen de replanteamientos serios en torno al espacio.

How space can? es una pregunta que representa la voluntad de la EAAD del Tecnológico de Monterrey-Puebla de sumarse a la tendencia mundial de replantear de forma crítica los modos distintos de ejercer, diseñar, enseñar, teorizar, investigar, gestionar y construir la arquitectura y la ciudad. Así, si para Lefebvre la noción del espacio vivido-social reinstala al sujeto en su experiencia cotidiana, la pregunta de how space can?, no solo pone en relevancia el papel activo del espacio frente a los problemas sociales, económicos, políticos y ambientales por las que el mundo atraviesa, sino que le designa al sujeto que lo habita, la facultad de transformar su realidad.

Desde este marco de referencia, plantear los problemas desde el espacio, empoderaría al sujeto para actuar en pro de una solución espacial, por tanto es el habitante quien ahora se pregunta how space can…..? En este sentido, el rol del arquitecto cambia tajantemente, ya que sería un agente más de cambio que actuaría de la mano de otros actores procedentes de diferentes disciplinas y roles. Esta forma de empoderar a la sociedad en la solución de sus problemas más importantes, planteándolos desde el espacio, lo comentaba Manuel Gausa en la entrevista que le hizo la profesora Viviana Margarita Barquero Díaz Barriga. Para Gausa, la pregunta how space can? es muy pertinente para abordar los problemas de la arquitectura actualmente. Él hablaba de que hoy en día, más que trabajar con objetos compuestos, lo que se debe realizar son proyectos con visión prospectiva y que puedan derivar y responder a las preguntas que se haría una sociedad y un colectivo de investigadores y expertos distribuidos en equipos mundiales que, desde sus propias disciplinas afectarían al espacio. Y esto es justo lo que permitiría vincular a la arquitectura a otras disciplinas que también se ocupan del espacio, como lo hace la geografía.

Así, desde esta visión plural que la pregunta how space can? lleva implícito, el primer congreso que la EAAD llevó a cabo en las instalaciones del Museo Amparo en Puebla, tuvo como objetivo principal exponer la multiplicidad de posibilidades de cómo desde el espacio, el sujeto que lo habita deviene en un agente activo de cambio, priorizando los problemas sociales, culturales, educativos, ambientales y psicológicos por encima de la finalidad de crear arquitecturas mediáticas.

Iniciamos entonces con la conferencia de Diana Ramírez Jasso titulada The Avant-garde and the space of experience: how space can, how it could and how art and architecture turned their focus to space in the first place, fue muy pertinente, ya que ofreció una perspectiva histórica de cómo el espacio devino en un agente activo y posibilitador de cambio en la disciplina de la Arquitectura. Tradicionalmente, según Ramírez Jasso, se ha determinado que los movimientos artísticos que conformaron el avant-garde europeo del siglo XX fueron los que lideraron esta noción del espacio como ente activo en la arquitectura. Sin embargo, para la autora estas inquietudes tuvieron sus antecedentes en ciertos textos y pensamientos de autores, filósofos, artistas y escritores en el siglo XVIII, como fue el caso de E. Burke en su texto Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello. En este texto, Ramírez Jasso pone en relieve de cómo Burke hablaba de lo sublime -como aquello que expande nuestros sentidos a raíz de la contemplación de fenómenos que están por encima de nuestra escala y que en cierto modo nos sentimos placenteramente amenazados- a partir del espacio de la naturaleza. La noción del espacio y lo sublime también se logró concretar en los proyectos que Étienne Louis Boullée realizaba, sin embargo, quizá el proyecto que logró concretar estos ideales espaciales fue la obra del Palacio de Cristal de Joseph Paxton, en la que se documentaron reacciones muy cercanas a lo que Burke escribe en su texto en cuanto a lo sublime.

Ya en el siglo XIX, G. Semper, con su texto titulado The Idea of the Primitive Hut in Architecture History, aportó también una novedosa y moderna forma de comprender la arquitectura. Para Semper, La Cabaña Primitiva representaba la esencia de la arquitectura, ya que reflejaba por un lado, la forma en que se constituye un corazón o centro en torno al cual los habitantes se reunían y, por otro lado, la manera en que la estructura delimita como tal un espacio. Esta aproximación de Semper fue novedosa y distinta a lo que sus contemporáneos debatían en torno a la arquitectura. Para los neoclásicos, la arquitectura se reducía en estilos y tipologías, mientras que para Semper,  la arquitectura tenía sentido en función de lo que se podía hacer dentro de ella, es decir, en el espacio.

Más adelante, en la transición de los últimos años del siglo XIX al XX, a la par del interés que surgía en la visión utilitaria y funcionalista que la arquitectura alcanzaba para la realización de proyectos de infraestructura demandados en las grandes ciudades industrializadas como Londres y París, hubo una tendencia nostálgica por revivir las tendencias estilísticas del pasado para evocar los valores y aspectos culturales que estos estilos rememoraban en su tiempo. Esta multiplicidad de neo-estilos que tuvieron lugar en Inglaterra, Francia, Alemania y otros países, dio lugar a un importante debate estilístico y relativista en el que yacía de forma potencial una actitud inventiva de libertad arquitectónica en el que el espacio como tal cobraba importancia.

Ahora bien, si se estudia la historia de la arquitectura de manera tradicional, todo este periodo histórico que la autora reseñó desde 1750 hasta finales del siglo XIX, se ha considerado como la época del Romanticismo. Sin embargo, para Diana Ramírez este mismo lapso puede leerse desde un ángulo distinto, a saber, como la emergencia del avant-garde. Para Ramírez Jasso, el surgimiento del avant-garde se puede seguir desde dos vertientes: la primera de ellas es desde la narrativa interna de la historia de la arquitectura -lo que dio justo el debate estilístico-ecléctico en la arquitectura-, narrativa que cambió la perspectiva histórica de la disciplina del estilo al espacio. Y la segunda, que fue justo por los experimentos imaginativos de arquitecturas realizadas desde otras disciplinas, como desde la filosofía, la literatura el arte y la educación. En relación con este último ámbito, Diana Ramírez Jasso expuso los proyectos de espacios educativos que Friedrich Froebel diseñó para la educación infantil. Este caso demostró claramente cómo los espacios de los jardines y de las arquitecturas devinieron ser agentes educativos orientados a transformar y formar a los niños para ser buenos ciudadanos.

Por otra parte y en relación a esta noción del espacio como agente activo y posibilitador de cambio y transformación, hallamos el trabajo de experimentación e investigación que Allen Sayegh ha desempeñado en el Responsive Environment and Artifacts Lab de la Universidad de Harvard. En su conferencia titulada Physical Realms Synthetic Realities, Sayegh planteaba de cómo es que los arquitectos y diseñadores pueden modificar las experiencias y vínculos con los alrededores y cambiar la percepción de ellos para fomentar el encuentro social. Para esto, el trabajo de experimentación que realiza Sayegh en los espacios urbanos ocurre desde la interacción entre la tecnología, la percepción humana y el ambiente construido que predomina.

Así, uno de los proyectos de investigación más importantes que Sayegh lleva a cabo se titula Physical Realms Synthetic Realities, el cual explora los efectos que causan los fenómenos físicos del medio ambiente en el estado de comportamiento social, estimulando experiencias auténticas a través de realidades sintéticas y digitales. En este proyecto de investigación, Sayegh incentiva a sus estudiantes a desarrollar experiencias de acuerdo con las características primordiales del sitio, en el que el usuario se adentra en una experiencia inmersiva, producto de la acción conjunta entre la realidad del sitio y la simulación, redefiniendo la relación existente entre los seres humanos y el lugar de forma continua y permanente. En estos experimentos urbanos, la tecnología, según Sayegh, juega un rol clave, ya que es el medio que transforma la realidad del medio construido a otra.

Durante su exposición, Sayegh presentó varios casos de investigaciones hechas en laboratorio donde mesuraba la percepción humana de los objetos y las experiencias de los usuarios inmersos en ambientes construidos. De igual forma, el autor presentó proyectos de arte público en diversas ciudades, en las que intentaba explorar cómo se puede modificar el significado o el sentido que habitualmente un grupo de personas le otorga al ambiente construido a través de la tecnología.

Ahora bien, si para Sayegh es posible cambiar el vínculo y significado colectivo que la sociedad otorga al espacio construido a través de la tecnología para un bien social, para Gem Barton, en el espacio construido se puede especular para abundar e influir en posibles escenarios futuros que favorezcan a una sociedad.  Esta forma de especular en el espacio es lo que Barton denomina como Speculative design, en el que el diseño se utiliza como una herramienta para identificar y debatir los temas cruciales que podrían acontecer en el futuro.

A partir de estas premisa de diseño, Barton lidera Superfutures, el cual es un estudio de diseño e investigación en el Royal College of Art, en el que a través de especialistas procedentes de múltiples disciplinas -arquitectos, diseñadores de datos, diseñadores de rendimiento, especialistas en cinematografía, diseñadores de moda y otros más- y estudiantes, diseñan de manera crítica arquitectura e interiorismo con el objetivo de especular en los inciertos escenarios espaciales del futuro o en otras palabras, practican el diseño espacial especulativo con el objeto de identificar y debatir en las transiciones emergentes en la humanidad y en la sociedad y su relación con el espacio (Superfutures, https://2023.rca.ac.uk/programmes/interior-design-superfutures-2yr/). Así, Superfutures -sostiene Barton- “es un proceso, una metodología, una práctica, un punto de vista, una actitud, una pedagogía, una filosofía centrada en expandir el alcance de nuestra imaginación colectiva, para considerar al mundo en cómo podría ser. Estamos inmersos en plurales posibilidades de transformación y no en la predicción.”

En este sentido, Superfutures se aproxima al ambiente construido como un ente que siempre está en posibilidad de cambiar, para que así, desde la especulación teórica-práctica, se pueda abundar e influir en el futuro de forma crítica: “[c]urrent events give context to the future. It is essential that we acknowledge, understand and appreciate our collective role in influencing (…).” (Barton, 2022 p. vii) De esta forma, no se trata de predecir, aclara Barton, sino más bien comprender el potencial plural y diverso de lo posible, lo probable y lo plausible.

Si para Barton el espacio es especulativo, para Manuel Gausa, el espacio en la arquitectura es informacional e interactivo (Gausa, 2021, p. 18). Para este autor, la Era Digital ha cambiado las lógicas con la que los seres humanos se relacionan con el mundo, ya que hoy en día, el acceso al conocimiento y nuestro vínculo con los seres humanos se da en un mundo donde lo digital ha posibilitado la interacción entre informaciones, complejidades, pluralidades, heterogeneidades e irregularidades. De igual forma, lo digital ha posibilitado el acceso a situaciones que la visión moderna no hubiera aceptado, como la hibridación, las impurezas y las simultaneidades. En contraste con la visión positivista moderna de racionalizar los fenómenos, en la era digital la noción de los procesos no es lineal, sino más bien holísticos y complejos.

La arquitectura informacional o avanzada retoma estas inquietudes derivadas de los cambios epistémicos que la era digital ha causado. Una arquitectura que lejos de concretarse en formas atípicas, intenta desarrollar espacios que interactúen con los usuarios desde los ámbitos psicológicos y desde la inteligencia artificial, espacios con acceso a la información de forma simultánea, arquitecturas cuya materialidad dialoga y se integra a los ciclos naturales de los ecosistemas donde se asienta. Y por último, al igual que Barton considera a la imaginación colectiva como una precondición para especular en los modos en que se puede influir en los posibles futuros, Gausa considera que la arquitectura informacional debe ser producto de la inteligencia colectiva. Es decir, a diferencia de la arquitectura moderna que intentaba satisfacer a las necesidades de masa a partir de una única doctrina progresista, se apuesta a ahora por una arquitectura nacida de la libre fluctuación de las necesidades individuales hacia lo colectivo.

Por otro lado, añade Gausa, es importante también que así como la arquitectura moderno logró realizar proyectos que dignificaron la vida humana, esta arquitectura informacional debe, a partir de arquitecturas imaginativas lograr el placer de vivir y convivir.

Esta noción ética de Gausa del deber de la arquitectura informacional de lograr el placer de vivir y convivir contrasta con la visión de Katie Swenson, quien considera que la arquitectura es bella cuando se atiene desde el amor a la justicia. Estas nociones éticas de Swenson entre la belleza, el amor, la justicia y la práctica del diseño se entienden mejor si nos atenemos a las dimensiones éticas que Platón le atribuyó al amor en Diálogos. Fedro o el Amor. En dicho texto, el filósofo griego equiparaba al amor con la música, ya que el amor es la única fuerza que es capaz de unir el ritmo y la armonía; es aquello que puede armonizar elementos contrarios como lo frío y lo caliente, lo húmedo y lo seco, que como en las estaciones del año, el amor conjuga todos estos elementos antagónicos para dar lugar a temporadas fértiles y templadas que favorecen a los seres humanos y a todos los animales (Platón, p. 506-507). Por ende, decía Platón, “el amor desea las cosas bellas y buenas”, ya que “cuando [el amor] se consagra al bien y se ajusta a la justicia y a la templanza, tanto respecto de nosotros como respecto de los dioses, es cuando manifiesta todo su poder y nos procura una felicidad perfecta, estrechándonos a vivir en paz los unos con los otros, (…)” (Idem, p. 507).

Así, para Swenson la Arquitectura es más que un conjunto de construcciones; es el resultado de una práctica de caridad amorosa que desea transformar para un bien común y justo. En otras palabras y ateniéndose Swenson a lo que Cornel West afirma “el amor es como la justicia se aparece en lo público”.

Bajo esta perspectiva, desde Mass Design Group, Katie Swenson pone en acción estas nociones del amor y la justicia a través de la arquitectura, ya que lejos de abonar en la construcción física de espacios que refuerzan el discurso sistémico causante de los problemas más graves de nuestro mundo –como la desigualdad social que ha sido cuidadosamente ratificada por el diseño del espacio construido-, cada proyecto representa una oportunidad para replantear y posibilitar nuevos diálogos que transformen las situaciones sociales críticas de hoy.

En este sentido, para Mass Design Group cada proyecto representa una oportunidad para redefinir el sistema en la que la sociedad actual está inmersa. De ahí que Swenson se pregunta ¿si se requiere hoy en día más edificios? Para Mass Design Group, proyectar el espacio en arquitectura es activar las potencialidades sociales y naturales de una localidad para afrontar un desafío espacial local; en otras palabras, el espacio es capaz de empoderar a la sociedad en la solución espacial de sus necesidades. Es ahí donde la arquitectura es bella porque es justa.

Desde estos mismos ámbitos de justicia social, están las reflexiones de Zaida Muxi en torno a ¿cómo el espacio urbano puede fomentar la igualdad desde la perspectiva de género? Según Muxi, históricamente a través del género, a la mujer se le ha asignado el rol de desempeñar las actividades del cuidado. Esta situación devino crítica, a raíz de la desvalorización de dichas tareas por la cultura machista arraigada en ciertas sociedades. Este desprecio se ha hecho presente en una multiplicidad de ámbitos, como son los casos de la arquitectura y el urbanismo, mismos que han propiciado espacios que han invisibilizado estas tareas. Es por esta razón que, en el espacio habitable de nuestras ciudades y de la vivienda, a las mujeres se les ha asignado el rol y presencia simbólica del interior de la casa, en las que desempeñan los trabajos del cuidado, mientras que a los hombres se les ha ubicado en el exterior, en los espacios públicos productivos de la ciudad.

Ante esto, Muxi se pregunta ¿cómo el espacio puede propiciar equidad en los roles de género? Los feministas han especulado que, para llegar a una ciudad equitativa se requiere un proceso largo en el que se concientiza el valor del cuidado como un elemento de subsistencia para cualquier sociedad -de hecho, a diferencia de otras especies, los seres humanos somos una especie interdependiente, es decir, necesitamos de los cuidados y de las atenciones de terceros para vivir y valerse de uno mismo.  Por ello, la visión feminista concibe ciudades que posibiliten, visualicen y dignifiquen estas actividades del cuidado, para así contrarrestar la visión machista, mercantilista de la ciudad que es la que actualmente rige. Por ello, sostiene Muxi, la arquitectura y el diseño urbano debe “visibilizar las diferencias invisibles, principalmente de las mujeres debido a un rol asignado y a un cuerpo sexuado que no es el que ha sido considerado ni en el espacio público como en el espacio privado e incorporar estas diferencias en las preguntas, en los desafíos y las necesidades a las que responden el proyecto arquitectónico o urbanístico.” Adicionalmente, se deben propiciar las condiciones generales que posibiliten el acceso fácil a los servicios y a oportunidades, que es justamente el derecho a la ciudad que las ciudades compactas y verdes posibilitan de forma más eficaz. De ahí que las teorías feministas rechazan la idea de ejercer los derechos de la ciudad como un ser humano absoluto o universal, tal como la modernidad lo veía,  sino más bien desde la noción de un ser humano diverso, con características y necesidades propias.

Como parte de este proceso de visibilización, otro aspecto que según Muxi se debe considerar es justamente el reconocimiento que los gremios de Arquitectura y la historiografía de la arquitectura debe hacer para reotorgar y revalorizar el papel que las arquitectas, urbanistas y diseñadoras han desempeñado en la práctica arquitectónica y urbanística. Es así entonces como según Muxi, se puede generar una cultura arquitectónica más equitativa y justa.

Desde este mismo paraguas ético de cómo el espacio puede generar espacios urbanos y arquitectónicos más justos, equitativos y accesibles a los derechos más elementales, Iñaki Echeverría se plantea de ¿cómo el espacio puede posibilitar el derecho a la salud a quien lo habita?

Para Echeverría, es prioritario hacer y habitar la ciudad y el territorio desde la lógica de un jardinero, es decir, desde un balance entre el artificio de la infraestructura y lo natural del paisaje, en otras palabras, desde una forma en que se conjuga el diseño y los procesos naturales para posibilitar las condiciones de infraestructura necesarias para la vida; desde la lógica de un jardinero -prosigue Echeverría-, “se controla sin diseñar o, se diseña sin controlar”.

En su conferencia Infraestructura Suave/Ingeniería Viva: “La lógica de un jardinero”, Echeverría apuntaba que entre 1990 y 2015, la población mundial había aumentado casi el doble y la huella urbana 2.5 veces. En los países subdesarrollados, estos incrementos se hicieron más agudos: 2.3 veces fue el aumento de la población y 3.2 el crecimiento de la huella urbana. Así, para el 2100, el crecimiento de la población y de las huellas de las ciudades seguirá incrementando. Pese a esto, lo que se plantea es ¿cómo es que las megaciudades serán habitables y sostenibles? Echeverría cree que la creación de infraestructuras basadas en modelos naturales, serán los métodos más eficientes para afrontar los retos climáticos y el aumento de la población.

Es así que, desde la lógica de un jardinero, Echeverría ha trabajado una serie de proyectos como el Parque Ecológico Lago de Texcoco, cuyas estrategias de diseño pretenden generar justicia ambiental y social para beneficiar a las poblaciones humanas y a las especies de animales vulnerables del valle de la Ciudad de México. El proyecto de diseño se desarrolló desde tres vertientes. La primera es que el proyecto en sí mismo es una propuesta que garantizará la habitabilidad de la Ciudad de México para los próximos ochenta años; y uno de los aspectos fundamentales que posibilitarán lo anterior es el agua, desde su captación, tratamiento, almacenamiento y reinyección. La segunda vertiente es la belleza, expresada desde un diseño que aporta y promueve la salud colectiva. Y por último, para el proyecto del valle de México, Echeverría incurre en el pasado paisajístico de esta región con el propósito de tener una referencia de cómo los pueblos que habitaban estos territorios posibilitaban la coexistencia de múltiples tipos de espacios de paisajísticos: rituales, habitables, de gobernanza y de producción; obviamente desarrollados mediante infraestructuras diseñadas desde una suave ingeniería que no afectaba el ecosistema del lugar.

Elizabeth Cohn-Martin y el Estudio de Roth Architecture comparten junto con Iñaki Echeverría, la visión de mirar y comprender la sabiduría de las culturas ancestrales de la producción de materiales y arquitectura de bajo impacto ambiental. Para Roth Architecture, la arquitectura es de las disciplinas más responsables del futuro del planeta y por esta razón, Cohn-Martin sostiene que cada proyecto debe amalgamarse con la naturaleza y la gente, trascendiendo la dicotomía entre lo exterior y lo interior.

De ahí que, para Roth Architecture, “spatial aesthetics and physical properties of the developed material are important, ensuring that the material is healthy for the human body and has minimal-to-no-impact on the environment are equally relevant metrics that we are evaluating for.” Así, para llevar a cabo esta espacialidad concretada con una materialidad de bajo impacto ambiental, Cohn Martin desarrolla desde el Departamento de Desarrollo de Investigación, trabajos de investigación multidisciplinar en el que interactúan arquitectos, ingenieros industriales, diseñadores de interiores y especialistas en computación, materiales y biomateriales. Además de lo anterior, Roth Architecture analiza las dinámicas sociales de la zona, para así combinar las técnicas constructivas, imaginarios y materiales de la localidad para introducirlos en sus propuestas espaciales.

En este sentido, Elizabeth Cohn-Martin y su equipo de trabajo en Roth Architecture plantean cómo el espacio puede ser una extensión de la Tierra, es decir, cómo el espacio puede conformar una atmósfera donde la percepción humana interactúe con la naturaleza, el arte y la sabiduría ancestral de la producción de materiales.

Ahora bien, respecto a cómo el espacio puede desde su materialidad conectar con la cultural local de donde se emplaza, Alejandro Weiss, desde su laboratorio ciudadano denominado LABVA, ofrece una posible respuesta. Para los integrantes de este laboratorio, la materialidad responde a un cierto estilo de vida, a un enfoque desde donde se aborda la cultura. De ahí que, ante la crisis del cambio climático, los parámetros de uso del material según LABVA, se deben cambiar y para esto se debe entender los estilos de vida y la cultura que hay detrás del uso de los materiales en la actualidad.

Es así que para Weiss y su equipo, la biomaterialidad es una alternativa de cambio de las prácticas tradicionales. LABVA entonces realiza trabajos de investigación y experimentación de prototipos materiales al tiempo que valorizan los potenciales culturales que el territorio y las comunidades que lo habitan poseen. En este sentido, la materialidad adquiere un sentido diferente, ya que además de integrar y reflejar en su espacialidad los materiales locales en donde se emplaza -como una estrategia de conectar la arquitectura con la cultura local-, los materiales permiten que la espacialidad de los edificios se integre de forma orgánica al ecosistema del sitio.

Lo relatado hasta aquí demuestra el compromiso ético y el activo rol que cada uno(a) de los ponentes invitados al primero congreso de How space can? de la EAAD-Puebla llevan a cabo. Los casos vistos en el evento evidenciaron posicionamientos éticos que ponen en cuestionamiento las prácticas de la disciplina heredadas de la visión abstracta moderna del espacio, los cuales se plasman en arquitecturas y espacios públicos que han dado luz de cómo el espacio puede transformar la realidad para diversos fines.

Ante esto entonces, la pregunta de how space can? confirma la posibilidad de colocar al arquitecto(a) de plantear los problemas espaciales desde un plano más esencial, es decir, desde una motivación compartida y genuina por transformar la realidad espacial en favor de un beneficio social. De esta forma, independientemente de las condiciones coyunturales y los retos mundiales a los que la humanidad afrontará en el futuro, lo cierto es que no existe un vínculo ontológico entre arquitectura y espacio más noble que el que posibilite y promueve la reflexión y la acción hacia el bien común de la sociedad y de nuestro medio ambiente.


-Augé, Marc. (1992). Los no lugares, Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona. Gedisa Editorial.

-Barton. Gem, (ed). (2022). Experimental Realism: (Design) Fictions and Futures. London. Riba Publishing.

-Forty, Adrian. (2019). Words and Buildings: a vocabulary of Modern Architecture. London, Thames & Hudson Ltd.

Bibliografía

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-Koolhaas, Rem. (2008). La ciudad genérica. Barcelona, Gustavo Gili, S.L.

-Norberg-Schulz, Christian. The phenomenon of place (1976). En Nesbitt, Kate (1996). Theorizing a new Agenda for Architecture: an Anthology of Architectural Theory 1965-1995, New York, Princeton Architectural Press, pp. 412-428.

-Pérez-Gómez, Alberto. (2016). Attunement: Architectural Meaning after the crisis of Modern Science. London, England, The MIT Press.

-Platón. (2012). Diálogos. México, Distrito Federal, Editorial Porrúa.

-SuperFutures, (20 de junio 2024). https://2023.rca.ac.uk/programmes/interior-design-superfutures-2yr/

-Üngür, Erdem. (2011). Space: The undefinable space of architecture. Conferencial paper based on the master thesis in Architectural Design Program of ITU, with the title of “The relationship of architecture & space through interdisciplinary historical transformation of the concept of space”.